Las desamortiaciones españolas


Antes de hablar de las desamortizaciones debemos situarnos en el contexto histórico económico del momento. 

En el siglo XIX se desarrolla la Revolución Industrial en Europa, aunque en España esta fue más tardía debido a unos determinados factores que eran el escaso desarrollo económico y la pobre industrialización del país, localizada principalmente en Cataluña y País Vasco y el resto en manos de capital extranjero. La base de la economía española se asentaba en la agricultura, aunque esta no estaba del todo explotada por las grandes cantidades de tierras amortizadas (mayorazgos, en manos muertas y tierras comunales) y además las explotaciones eran deficientes porque se seguían usando técnicas atrasadas como el barbecho, la mecanización era escasa y no se utilizaban abonos artificiales. Por todo esto, durante la etapa de Isabel II principalmente, se lleva a cabo una Reforma Agraria Liberal para mejorar esta situación.

Así, la desamortización fue un proceso histórico-económico que abarcó desde 1766 a 1924 y consistió en la enajenación de bienes amortizados en favor de ciudadanos particulares por parte del Estado y así posibilitar su puesta en circulación en el mercado en función de la ley de oferta y demanda con los objetivos de aumentar los ingresos del Estado y reducir su deuda, asegurar el apoyo de la burguesía y restarle poder a la Iglesia. Este proceso se dividió en cuatro etapas:
  • Primera fase de 1766 a 1798, donde se pusieron en venta los bienes de los jesuitas siendo rey Carlos III. También en este periodo se lleva a cabo la desamortización de Godoy, con Carlos IV.
  • Segunda fase de 1808 a 1823, la llamada desamortización bonapartista y la desamortización de las Cortes de Cádiz.
  • Tercera Fase de 1835 a 1851, la Desamortización de Mendizábal.
  • Cuarta fase de 1855 a 1924, la Desamortización de Madoz.

Nos centraremos en las realmente importantes, la Desamortización de Mendizábal y la Desamortización de Madoz.


Juan Álvarez Mendizábal, presidente interino del
Consejo de Ministros de España. Original aquí

La Desamortización de Mendizábal, se sitúa durante la regencia de María Cristina de Borbón. Cuando el político llega al gobierno se encuentra una situación desastrosa, las arcas del Estado están vacías y la deuda es muy elevada, por ello, aprueba la Ley General de Desamortizaciones en 1835, que consistía en la supresión de conventos y la venta de sus bienes en subasta pública para ingresar dinero, hacer frente a las deudas y por otro lado, reducir el poder de la Iglesia, que se opuso a esta ley. Los resultados fueron un aumento de la producción agraria, un aumento de los ingresos del Estado (aunque no el esperado), un enriquecimiento de la burguesía, la pérdida de parte del patrimonio histórico artístico y grandes transformaciones urbanísticas. La ley termina con la firma del Concordato con la Santa Sede en 1851.


Pascual Madoz, ministro de Hacienda
durante el Bienio Progresista. Original aquí



Posteriormente la Desamortización de Madoz se produce durante el bienio progresista en el reinado de Isabel II. Se firma otra Ley General de Desamortización en 1855. Esta consistiría en una enajenación y posterior subasta pública de los bienes de la Iglesia y de los ayuntamientos siendo esta la desamortización mas importante tanto por su duración como por su volumen. Sus objetivos fueron los ingresos del Estado y la financiación del ferrocarril. Encuentra una fuerte oposición por lo que se suprime en 1856 pero dos años más tarde se vuelve a aprobar excluyendo los bienes de la Iglesia. Los resultados fueron un aumento en la producción, un mayor enriquecimiento de la burguesía, el empobrecimiento de los ayuntamientos y de los campesinos. Esta desamortización dura hasta 1924.



Dando una valoración hoy en día al proceso de desamortización, se pueden sacar valoraciones negativas y positivas. Si es cierto que se acentuaron las desigualdades socialmente, la estructura dual del campo (latifundios y minifundios), al fin y al cabo hubo un enriquecimiento de las clases media altas y un empobrecimiento de las bajas. Por otro lado aumentó la producción por lo que la economía mejoró aunque si es cierto que hubo una pérdida de patrimonio, tanto por destrucción como por su venta al extranjero.



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